31.1.20

Dorothea Tanning. Acosada corrí al granero

   Toscas sombras se derramaron a nuestro alrededor,
   
sin ojos aparentes.
   
   El acosador llegó con intenciones terribles,
   
distraído y sangrando.
   
   Eras un bulto de pieles en mis brazos,
   
indefenso, confiado.
   
   
   Busqué ocultarme entre los habitantes de los graneros.
   
Sin mango, cepillo
   
   lejos de la ventana lo vi llegar,
   
despiadado, secretando 
   
   venganza desde abajo. La cosa más loca,
   
invertebrada, empapada,
   
   ya se había acercado. Te revolviste en mis brazos
   
ingrávido, me guiabas 
   
   a descubrir el final de la intriga,
   
   el sonido rasgado en el sueño de este poema.


De "Índice"
   

30.1.20

Sara Teasdale. Ocaso

La fría lluvia de la primavera
   cae débilmente sobre los tejados;
fuera, sobre un árbol solitario,
   un pájaro llama, llama.
 
Las alas de la noche caen
   suavemente sobre la tierra:
mi corazón, como el pájaro del árbol,
   llama, llama, llama.
 
 
De "Canciones de amor"
    

29.1.20

Germaine Greer. Final de La mujer eunuco

El primer descubrimiento significativo que haremos en nuestro estrepitoso avance por nuestro camino mujeril hacia la libertad será que los hombres no son libres y ellos intentarán convertirlo en un argumento para explicar que nadie debería serlo. Solo podremos responderles que los esclavos esclavizan a sus amos y que al conseguir nuestra propia manumisión tal vez podamos indicarles el camino que podrían seguir una vez que se hayan zafado de su propio yugo. Las mujeres privilegiadas te tirarán de la manga e intentarán alistarte en la "lucha" por algunas reformas, pero las reformas son regresivas. Es preciso interrumpir el antiguo proceso, no renovarlo. Las mujeres resentidas te invitarán a la rebelión, pero tienes demasiadas cosas que hacer. Cuáles estás dispuesta a hacer tú?


Final de "La mujer eunuco"
    

28.1.20

Colette. Desde mi ventana

Un techo color de rosa, de tejas encañonadas, llamadas romanas. Un ciprés como un hueso, negro, bajo la hermosa luz, y varios sauces de mayúsculas cabezas, cabelludos con un tierno follaje que el viento peina, separa, aparta y cierra. Tras el ciprés una porción de centeno centellea con un verde resplandor primaveral: un dilatado cielo pálido de abril corona esta apacible parcela del universo. 


Principio de "Desde mi ventana"
    

27.1.20

Marta Ana Diz. Geometrías

7

Ver una cosa en perspectiva es verla en diagonal. Dice Emily Dickinson que a veces es necesario dar vueltas en círculos o decir algo en diagonal para comprender algunas luces y evitar que nos cieguen.

         Tell all the Truth but tell it slant,
         Success in Circuit lies.

         (Di toda la verdad pero dila oblicua,
         en el rodeo está el logro.)


    
De "Cuando no sé tu nombre ni tú el mío"
    

26.1.20

Florencia del Pinar. Canción de unas perdices que le enviaron vivas

Destas aves su nación
es cantar con alegría,
y de vellas en prisión
siento yo grave pasión,
sin sentir nadie la mía.
 
Ellas lloran que se vieron
sin temor de ser cativas,
y a quien eran más esquivas
esos mismos las prendieron.
 
Sus nombres mi vida son
que va perdiendo alegría,
y de vellas en prisión
siento yo grave pasión,
sin sentir nadie la mía.
 
 
En la "Antología de poetas españolas.
De la generación del 27 al siglo XV"
    

25.1.20

Virginie Despentes cita a Virginia Woolf

"En realidad, si la mujer no tuviera existencia salvo en la ficción que han escrito los hombres, uno se la imaginaría como una persona de la mayor importancia, muy heterogénea, heroica y mezquina, esplendida y sórdida, infinitamente hermosa y extremadamente horrible, tan grande como el hombre, más grande según algunos. Pero esa es la mujer en la ficción. En la realidad, como señala el profesor Trevelyan, la encerraban, la golpeaban y la zamarreaban por el cuarto."

Virginia Woolf,
Una habitación propia, 1929


En el libro "Teoría King Kong"
de Virginie Despentes
    

24.1.20

Anna Seghers. La excursión de las muchachas muertas

-No, de mucho más lejos. De Europa.
El hombre me miró sonriendo, como si le hubiera respondido: "De la luna."
Era el tendero de la pulquería que había a la salida del pueblo. Se apartó del mostrador y, apoyándose en la pared, inmóvil, me observó buscando tal vez algún rastro de mi fantástica procedencia. De pronto a mí me pareció tan fantástico como a él el hecho de que yo, viniendo de Europa, hubiera ido a parar a México.


Principio de "La excursión de las muchachas muertas"
    

23.1.20

Liudmila Ulítskaya. Mentiras de mujeres

Se puede comparar la gran mentira masculina -estratégica, arquitectónica, tan antigua como la respuesta de Caín- con las encantadoras mentiras de las mujeres en las que no se adivina ninguna intención, buena o mala, ni siquiera un atisbo de aprovechamiento?


Principio de "Mentiras de mujeres"
    

22.1.20

Joan Didion. El dolor por la muerte de un ser querido...

El dolor por la muerte de un ser querido, cuando llega, no es en absoluto como esperamos que sea.


De "El año del pensamiento mágico"
    

21.1.20

Vivian Gornick. Mirarse de frente

Lo que significa para mí el feminismo

El Village Voice me encargó que fuera a investigar a "esas de la liberación de la mujer". Era noviembre de 1970. "De qué hablas?", le pregunté al redactor jefe. Al cabo de una semana ya era feminista conversa.
En los primeros tres días conocí a Ti-Grace Atkinson, Kate Millet y Shulamith Firestone; en los tres siguientes, a Phyllis Chester, Ellen Willis y Alix Kates Shulman. Hablaban todas a la vez, y me empape de hasta la última palabra que salió de sus bocas. O más bien debió de ser que las escuché a todas diciendo lo mismo, porque volví de esa semana con un único pensamiento grabado a fuego en la cabeza. Era el siguiente: la idea de que los hombres, por naturaleza, se toman en serio sus cerebros, mientras que las mujeres, por naturaleza, no, es una creencia, no una realidad; esta idea está al servicio de la cultura imperante; y nuestras vidas parten de esa base. Bastante sencillo, la verdad. Y seguramente ya lo habría dicho alguien. Cómo era posible que yo no pareciera haberlo oído hasta entonces? Y por qué ahora sí lo había escuchado?
Tanto en política como en el amor, sigue siendo uno de los grandes misterios de la vida: la disposición, ese momento en que los elementos se al[in]ean en la medida justa para materializarse en un cambio interior.


Principio de "Mirarse de frente"
    

20.1.20

Alfonsa de la Torre. Muchacha muerta

El júbilo de la arcilla
por la muerte clausurada
sobre metálica albada
roza la durmiente villa.
-La azucena se arrodilla
en éxtasis de rocío,
que es hoy milagroso el río-.
Y escalando el aire puro
asciende en vuelo seguro,
virgen ya, de su albedrío.


(De Égloga, 1943)


De "Poesía soy yo.
Poetas en español del siglo XX (1886-1960)"

19.1.20

Julia de Burgos. Dadme mi número

Qué es lo que esperan? No me llaman?
Me han olvidado entre las yerbas,
mis camaradas más sencillos,
todos los muertos de la tierra?
   
Por qué no suenan sus campanas?
Ya para el salto estoy dispuesta.
Acaso quieren más cadáveres
de sueños muertos de inocencia?
  
Acaso quieren más escombros
de más goteadas primaveras,
más ojos secos en las nubes,
más rostro herido en las tormentas?
   
Quieren el féretro del viento
agazapado entre mis greñas?
Quieren el ansia del arroyo,
muerta en mi muerte de poeta?
   
Quieren en sol desmantelado,
ya consumido en mis arterias?
Quieren la sombra de mi sombra
donde no quede ni una estrella?
   
Casi no puedo con el mundo
que azota entero mi conciencia...
   
Dadme mi número! No quiero
que hasta el amor se me desprenda...
   
(Unido sueño que me sigue
como a mis pasos va la huella.)
   
Dadme mi número, porque si no,
me moriré después de muerta!


(De El mar y tú, 1954)


De "Poesía soy yo.
Poetas en español del siglo XX (1886-1960)"

18.1.20

Judith Herzberg. Sobre el abrazo después de la despedida

Siempre, o casi, en las despedidas,
esa requisa del resto de la semana, del día:
"Llámame cuando llegues. Dame un toque".
Adherencia, pegajosidad? Codicia?
Más bien un atraso
del abrazo respecto a la consciencia, el abrazo
continúa cuando arranca el motor,
continúa cuando el coche sale
de la calle, continúa 
en aquel que se queda mirando
-saludar con la mano es también un abrazo
de nada-, continúa 
pero se difumina. El com-
partir se ralentiza. La ventanilla
del saludador va quedando más
y más esmerilada, contra lo que
ese "dame un toque" era precaución.


De "Todo lo que es pensable"
   

17.1.20

Mary Oliver. El día de hoy, y probablemente mañana también

Llena de pensamientos, remordimientos, vanas esperanzas o no
llena de memoria, orgullo y más que suficientes lágrimas
personales, derramadas.
  
Comienzo otra página, otro poema.
  
Tantas noches completan el día! Yo les doy
su vestido de palabras, a veces les doy
zapatitos que riman.
  
Qué vida privilegiada!
  
Mientras tanto, en algún lugar alguien besa un rostro que llora.
Mientras tanto, en algún lugar algunas mujeres caminan, a las dos de la mañana-
kilómetros y kilómetros para encontrar agua.
Mientras tanto, en algún lugar una bomba está a punto de estallar.


De "El pájaro rojo"
    

16.1.20

Mary Karr. Lo que más he temido siempre

Locura. Lo que más he temido siempre -quedarme como unas maracas, como mi madre- parece estar sucediendo. No padezco grandiosas fantasías napoleónicas. Pero absolutamente todos los aspectos de mi existencia me han hundido más y más en un espacio oscuro.


De "Iluminada"
    

15.1.20

Herta Müller. Llevas un pañuelo?

"Llevas un pañuelo?", me preguntaba mi madre todas las mañanas en la puerta de casa, antes de salir a la calle. Yo no llevaba. Y, como no llevaba, tenía que volver a mi cuarto a coger un pañuelo. No lo llevaba ningún día, porque cada mañana esperaba la pregunta. El pañuelo era la prueba de que mi madre, por la mañana, me cuidaba. En las horas que seguían y para el resto de cosas del día ya tenía que arreglármelas sola. La pregunta "Llevas un pañuelo?" era una muestra indirecta de cariño. Una muestra directa habría resultado embarazosa -eso no era cosa de campesinos-. El amor se disfrazaba de pregunta. Solo así se podía expresar en tono seco, como una orden, como cualquier instrucción sobre el trabajo. En tono hosco, incluso subrayaba la ternura. Todas las mañanas me encontraba delante de la puerta: una vez sin pañuelo y la segunda con pañuelo. Y entonces ya sí salía a la calle, como si llevando el pañuelo también se viniera mi madre conmigo.


De "Cada palabra sabe del círculo vicioso"
en el libro "Siempre la misma nieve y siempre el mismo tío"
    

14.1.20

Elena Garro. Los recuerdos del porvenir

Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Solo mi memoria sabe lo que encierra. La veo y me recuerdo, y como el agua va al agua, así yo, melancólico, vengo a encontrarme en su imagen cubierta por el polvo, rodeada por las hierbas, encerrada en sí misma y condenada a la memoria y a su variado espejo. La veo, me veo y me transfigura en multitud de colores y de tiempo. Estoy y estuve en muchos ojos. Yo solo soy memoria y la memoria que de mí se tenga.


Principio de "Los recuerdos del porvenir"
    

13.1.20

Lorrie Moore. Pérdidas de papel

Una mujer tiene que elegir su infelicidad particular con cuidado. Era la única felicidad de la vida: elegir la mejor infelicidad. Un movimiento imprudente, Dios santo, y podías echarlo todo a perder.


De "Pérdidas de papel"
uno de los relatos de "Gracias por la compañía"
      

12.1.20

Rosario Castellanos sobre Agatha Christie

Agatha Christie supo adivinar, bajo la placidez de las pequeñas aldeas inglesas, las ambiciones ocultas, los rencores soterrados, los esqueletos escondidos en los armarios de esas residencias campestres que son la respetabilidad petrificada, la solidez desafiando el embate de los siglos.
Agatha Christie no se dejó engañar por las apariencias de la modesta ama de casa que usaba ese disfraz para proteger a la experta envenenadora, ni de la solterona, a la que se le agotaba la paciencia aguardando el legado del pariente rico; ni del pukka sahib que usurpaba el título y la fortuna de su víctima desaparecida en las vastas regiones de la India. 


De "Bellas damas sin piedad"
en el libro "Mujer que sabe latín"
    

11.1.20

Idea Vilariño. Dónde

Dónde el sueño cumplido
y dónde el loco amor
que todos
o que algunos
siempre
tras la serena máscara
pedimos de rodillas.



En "Poesía completa"
    

10.1.20

Chimamanda Ngozi Adichie. Porque siempre incomoda pensar en cambiar el estado de las cosas

No es fácil tener conversaciones sobre género. Ponen incómoda a la gente y a veces la irritan. Tanto hombres como mujeres se resisten a hablar de género, o bien tienen tendencia a restar importancia rápidamente a los problemas de género. Porque siempre incomoda pensar en cambiar el estado de las cosas.


De "Todos deberíamos ser feministas"
   

9.1.20

Deborah Levy cita a Simone de Beauvoir

"Se dijo que me negaba a conceder valor alguno al amor y el instinto maternales. No era cierto. Simplemente exigía que las mujeres los experimentaran sincera y libremente, mientras que a menudo los usan de excusa y refugio, solo para terminar prisioneras de dicho refugio cuando esas emociones se han secado en sus corazones."


Simone de Beauvoir,
La fuerza de las cosas, (1963)


    
Citada en el libro "Cosas que no quiero saber"
    

8.1.20

Vera Brittain. Testamento de juventud

Nacimos en ciudades y aldeas,
y en pueblecitos perdidos en el tiempo;
una era agonizante se burlaba de nuestro despertar ingenuo
con tintineos de nana militar.
Pero no oímos repiques de alarma en ese canto,
ni imaginamos en aquellas horas benévolas y dulces
el amenazante infortunio que nuestros osados pies
conocerían brutalmente.
  
Y así empezamos -entre los ecos que una guerra anterior
proyectó sobre nuestra niñez,
demasiado sombría, olvidada demasiado pronto- a destronar
los sueños de una felicidad que creíamos asegurada;
mientras, inminente y fiero al otro lado de la puerta,
observando el florecimiento de una generación entera,
el destino que tenía en jaque nuestra juventud
aguardaba su hora.
   
Vera Brittain, "Ave, generación de la guerra", 1932



I


Cuando estalló la Gran Guerra, me la tomé no como una tragedia superlativa, sino como una exasperante interrupción de mis proyectos personales.
Para explicar el motivo de tan egoísta consideración del mayor desastre de la historia, es necesario remontarse en el tiempo, remontarse apenas un instante, hasta el decadentismo de los años noventa del siglo XIX, que fue cuando abrí los ojos a un mundo nada prometedor. Ciertamente, tengo el honor de compartir con Robert Graves el recuerdo más temprano, que es el de observar, de muy niña, el ondear de las banderas por las calles de Macclesfield con motivo del Jubileo de Diamante de la reina Victoria.


Principio de "Testamento de juventud"
    

7.1.20

Zora Neale Hurston. Como no leía libros...

Como no leía libros, no sabía que ella era el mundo y los cielos reducidos a una sola gota. El género humano intentando ascender a las plácidas alturas desde su estercolero.


De "Sus ojos miraban a Dios"
    

6.1.20

Susan Sontag. La probabilidad...

La probabilidad de que tus acciones de resistencia no puedan evitar la injusticia no te exime de actuar en favor de los intereses comunitarios que profesas sincera y reflexivamente.


De "Sobre el coraje y la resistencia"
En el libro "Al mismo tiempo"
     

5.1.20

Forugh Farrojzad. Ay, estrellas

Ay, estrellas, que estáis allá en lo alto,
sentadas, mirando sin descanso, atentamente.
Ay, estrellas, que por entre las nubes
comtempláis nuestro mundo, vigilantes.
   
Sí, esta soy yo, en el silencio de la noche,
sentada, rompiendo cartas de amor.
Ay, estrellas, si me acompañáis, 
me llenaré la falda de estrellitas,
mi falda llenaré con su nostalgia.
   
Con un corazón mudable,
un poco de cinismo y de malicia es lo mejor.
Con un compañero que no hace compañía,
que solo sabe amar su propio rostro,
hacerse de rogar, ser sibilina es lo mejor.
   
Ay, estrellas, que ocurrió para que en mí muriese
toda aquella alegría, todo aquel entusiasmo?
Ay, estrellas, qué pasó para que de su boca
aquel cálido canto de amor se evaporase?
   
La copa de vino vertida, mi lecho sin nadie,
mi cabeza enredada entre sus cartas,
buscando entre sus líneas, como insomne,
alguna huella honesta entre tanto decir.
   
Ay, estrellas, que acaso conocéis 
la falsedad, la hipocresía de los seres terrestres, 
y por eso os ocultáis en lo más hondo allá en lo alto.
Ay, estrellas, mis buenas estrellas, inmaculadas, impolutas...
   
Yo que caí para satisfacerle,
qué tropecé con todo para saciar su amor,
sea maldita de Dios: que Él me castigue si a partir de ahora
le doy por su vileza devoción y cariño.
   
Ay, estrellas, que como lágrimas caísteis
sobre las faldas negras de la noche.
Ay, estrellas, que desde aquel mundo infinito
miráis este rincón.
   
Ay, él se fue pero mi corazón lo ama todavía.
Ay, estrellas, qué pasó, por qué ya no me quiere?
Ay, estrellas, estrellitas, decidme:
Dónde el amor eterno? Dónde está su morada?
   
   
De "Cautiva"
En el libro "Eterno anochecer. Poesía completa"
    

4.1.20

Alaíde Foppa. Envío

Una guirnalda de primavera
   quiero enviar
a los que amo,
   corona de frescas flores
en el recuerdo tejida.


De "Guirnalda de primavera"
    

3.1.20

Rose Ausländer. Orden

Un poema
está al acecho

Sin recelo paso fugaz

Se me abalanza
me susurra palabras
al oído
me ordena escribe


De "Aún queda mucho por decir"
En "Mi aliento se llama ahora y otros poemas"
    

2.1.20

Fredrika Bremer. Los vecinos

Fransiska W. a Maria L.

Rosenvik, 1 de junio de 18...

Aquí me tienes, Maria querida, en mi propio hogar, sentada ante mi escritorio con este oso solo mío. Y quién es el oso?, te preguntarás. Quién había de ser, si no mi marido? Oso lo llamo, que de otro modo no ha de ser. Estoy sentada cerca de la ventana. Se está poniendo el sol. Dos cisnes nadan en el lago y van pintando surcos en el claro espejo del agua. Tres vacas -mis vacas- pacen en la verde orilla, tranquilas, orondas y meditabundas, aunque pensar no piensan en nada, claro está. Qué gratas me son! Ahí va la criada, trípode y herrada en mano. Qué deliciosa sabe la leche en el campo! Pero qué no es bueno en el campo? El aire y la gente, la comida y los sentimientos, la tierra y el cielo, todo es aquí sano y alegre. 


Principio de "Los vecinos"
    

1.1.20

Christine de Pizan. LXVIII y LXIX

LXVIII
El Amante
      
Aunque hace tiempo que os entregué del todo
mi amor, ahora os lo vuelvo a brindar
junto a mi cuerpo y mi corazón, bella,
en este primer día del año nuevo;
y cuanto tengo, mi gentil dulce dama,
y este diamante, aunque no sea caro,
aceptad dulce dama de gran valor.
   
Que Dios os dé un buen día, año y destino
junto con bienes en su justa abundancia,
y permita que ambos, a menudo este año,
podamos vernos, con muy gozosa espera,
y no se arrepienta vuestro corazón
nunca de amarme, por torpe que yo sea;
aceptad, dulce dama de gran valor.
   
Y no le llegue a nuestro dulce amor
nunca al final ni os demoréis en darme
a mí el gozo que os será bien devuelto
desde mi parte con ventajoso cambio,
y los tormentos de los maledicentes
ya no temáis; y vuestro siervo ligio 
aceptad, dulce dama de gran valor.
   
Toda mi vida me he propuesto serviros;
aceptad, dulce dama de gran valor.
   
   
    
LXIX
La Dama 
    
       
Yo te agradezco, bello y bueno,
la dádiva tan elegante
que me has hecho en el primer día
de año nuevo; yo también te hago
dádiva de mi amor entero
y con ella te gratifico, 
Dios te dé felices estrenas!
   
Cuerpo y corazón con gran gozo,
salvo mi honor, a ti te entrego.
Este rubí en este anillo
te doy a cambio como premio,
no sé qué más pediríamos, 
me has sanado de todo mal.
Dios te dé felices estrenas!
   
En este dulce renacer 
del año en que hay tanta alegría, 
varias guirnaldas te daré 
de flores; pero el dulce beso
no esperemos más: venga, dámelo. 
Separarnos mucho me apena.
Dios te dé felices estrenas!
   
Yo me voy colmada de gozo,
Dios te dé felices estrenas!
   
   
De "Cien baladas de Amante y Dama"