En casa de tía Emma había aprendido que nunca se debe pronunciar o nombrar lo que nos amenaza, porque a nuestras espaldas nos observan tres ángeles, dos blancos y uno negro, y el negro es malvado. Tan pronto se entera de lo que teme uno, en cuanto intuye lo que le da miedo, castiga a la familia con aquello que mencionaron inadvertidamente.
De "La balada de Iza"
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