18.9.24

Chimamanda Ngozi Adichie. Americanah

Princeton, en verano, no olía a nada, y si bien a Ifemelu le gustaba el plácido verdor de los numerosos árboles, las calles limpias y las casas regias, las tiendas con precios exquisitamente prohibitivos y el aire tranquilo e imperecedero de elegancia ganada a pulso, era eso, la falta de olor, lo que más la atraía, quizá porque las otras ciudades estadounidenses que conocía bien poseían olores muy característicos. 


Principio de "Americanah"
    

17.9.24

Ryoko Sekiguchi. La voz sombra

El mundo se ensombrece.
   
   
O quizá no sea el mundo lo que se ensombrece, sino yo la que se ha sustraído del mundo tal como era, más liviano y luminoso.
   
Esto es una historia personal no en la medida en que me atañe a mí,  la persona que escribe esta frase, sino en la medida en que atañe a una persona que existió en el mundo concreto.
   
   
Atañe a una voz.
   
   
   
Porque la voz siempre es concreta.
   
   
   
El mensaje de este libro, o más bien la moraleja que se extrae de su lectura, es únicamente éste: graba la voz de tus seres queridos.


Principio de "La voz sombra"
    

16.9.24

Madeline Miller. Galatea

Resultaba casi tierna la forma en que se preocupaban por mí.
-Está usted muy pálida -observó la enfermera-. Debe guardar reposo hasta que recupere el color.
-Es el mío de siempre -respondí-, porque antes estaba hecha de piedra.
La mujer esbozó una sonrisa ambigua mientras estiraba la manta hacia arriba. Mi esposo le había advertido de que yo era fantasiosa y que la enfermedad me impelía a decir cosas que iban a sonarle extrañas.


Principio de "Galatea"
    

15.9.24

Abigail Thomas. Lo que cabe en un instante

Antes de conocerte ponía mi música en una Victrola infantil. Music from Ring Pink, una y otra vez. "Tears of Rage", "The Weight". Wheels of Fire. Tenía tres hijos. Comíamos poniendo los platos encima de un cajón de la cocina vuelto del revés porque no había mesa. Yo era joven. No sabía qué podía deparar el futuro. Estaba anclada en el presente; todo lo demás lo apartaba, como muebles que aún no necesitaba. Vivíamos hacinados en un espacio diminuto. Mi cama estaba en la salita.
Esta época que rememoro es la de justo antes de conocerte; luego te conocí, y luego te moriste. Son los paréntesis dentro de los cuales he vivido la mayor parte de mi vida. No conocerte, conocerte, y tu muerte.


Principio de "Lo que cabe en un instante"

14.9.24

Benedetta Craveri. Amantes y reinas

En 1586, el celebre jurista francés Jean Bodin no vacilaba en confinar a las mujeres a los márgenes de la vida civil, sosteniendo que «era preciso mantenerlas alejadas de todas las magistraturas, los lugares de mando, los juicios, las asambleas públicas y los consejos, para que se ocupen solamente de sus faenas mujeriles y domésticas». 
Agarrándose a una doble herencia cultural -la grecorromana y la judeocristiana-, el gran teórico de la soberanía del Estado absoluto moderno confirmaba una convicción tan antigua como la sociedad occidental. En toda Europa, en consideración a la debilidad intelectual, moral y psíquica inherente a su naturaleza, se excluía a las mujeres del poder; sólo los hombres eran ciudadanos de pleno derecho, sólo a los hombres les estaba permitido reinar.


Principio de "Amantes y reinas"
    

13.9.24

Noelia Adánez. Parentesco animal

En la primavera de 1971 dos mujeres se encontraron en el recibidor de unos estudios de televisión en Londres.
La norteamericana Kate Millett, autora del ensayo Política sexual, estaba promocionando su libro en Inglaterra. Al poco de publicarse se había convertido en un éxito de ventas y un hito en la historia del feminismo de la segunda ola. Millett, transformada en un icono y aupada al solitario altar del liderazgo político tras su aparición en la portada de la revista Time, se sentía abrumada y perdida. 


Principio de "Parentesco animal"
    

12.9.24

Willa Cather. Sapphira y la joven esclava

Henry Colbert, el molinero, desayunaba siempre con su esposa; más allá de esto, sus apariciones en la mesa familiar eran irregulares. A la caída de la tarde, cuando llegaba la hora de la cena, solía demorarse en el molino. No obstante, siempre se disponía un servicio para él en la mesa, y él podía acudir o bien mandar a uno de los peones de molino para que le llevase una bandeja de la cocina. Al ama, sin embargo, se la servía puntualmente. Y ella jamás preguntaba por su marido ni por dónde paraba.


Principio de "Sapphira y la joven esclava"
     

11.9.24

Pat Barker. Las mujeres de Troya

En las entrañas del caballo: calor, oscuridad, sudor y miedo. Parecen aceitunas en un tarro a rebosar. Él odia ese contacto con los otros cuerpos. Lo ha odiado siempre. Incluso la carne humana limpia y perfumada le da ganas de vomitar -y estos hombres apestan-. Sería mejor que se quedaran quietos; pero no. Todos se mueven. Cambian de postura continuamente intentando ganar un poco más de espacio para sus hombros, entrelazándose y retorciéndose como gusanos en una mierda de caballo.


Principio de "Las mujeres de Troya"
   

10.9.24

Rebecca Makkai. Los optimistas

A treinta y dos kilómetros de allí, treinta y dos kilómetros al norte, estaba empezando la misa del funeral. Iban por la avenida Belden y Yale se miró el reloj.


Principio de "Los optimistas"
    

9.9.24

Alejandra Pizarnik. Origen

Hay que salvar al viento 
Los pájaros queman el viento
en los cabellos de la mujer solitaria
que regresa de la naturaleza
y teje tormentos
Hay que salvar al viento 



De "La última inocencia"
En "Poesía completa"