Si uno no se relaja y le dice al instante, a este mismo instante: Quédate, eres tan hermoso!, entonces, de qué habrá servido todo, a la hora de la muerte? No: quédate, instante. Es algo que deberíamos decir más a menudo. Y ahora voy adentro, a ver a L. y decir: quédate, instante.
De los Diarios
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