31.1.20

Dorothea Tanning. Acosada corrí al granero

   Toscas sombras se derramaron a nuestro alrededor,
   
sin ojos aparentes.
   
   El acosador llegó con intenciones terribles,
   
distraído y sangrando.
   
   Eras un bulto de pieles en mis brazos,
   
indefenso, confiado.
   
   
   Busqué ocultarme entre los habitantes de los graneros.
   
Sin mango, cepillo
   
   lejos de la ventana lo vi llegar,
   
despiadado, secretando 
   
   venganza desde abajo. La cosa más loca,
   
invertebrada, empapada,
   
   ya se había acercado. Te revolviste en mis brazos
   
ingrávido, me guiabas 
   
   a descubrir el final de la intriga,
   
   el sonido rasgado en el sueño de este poema.


De "Índice"
   

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