3.6.24

Alice Munro. Los Chaddeley y los Fleming

La prima Iris de Filadelfia era enfermera, la prima Isabel de Des Moines tenía una floristeria, la prima Flora de Winnipeg era profesora, la prima Winifred de Edminton, contable. Señoras solteras se las llamaba. Solteronas era un término demasiado genérico, no las describiría. Sus pechos eran grandes e intimidantes -un solo bulto blindado-, y sus estómagos y traseros, rebosantes y encorsetados como los de cualquier mujer casada. En aquellos tiempos al parecer la cuestión era que el cuerpo de la mujer (si realmente una le sacaba partido a la vida) engordara y madurara hasta llegar a una buena talla cuarenta y seis, si en la vida no tenían más remedio; luego, dependiendo de la clase y de las aspiraciones, o bien se ponían flojas y sueltas, temblorosas como flanes bajo vestidos de estampados pálidos y húmedos delantales, o bien ceñidas en unos contornos cuyas firmes curvas y orgullosas pendientes no tenían nada que ver con el sexo, y todo con derechos y poder.
Mi madre y sus primas pertenecían a este segundo tipo de mujeres.


Principio de "Los Chaddeley y los Fleming"
De "Las lunas de Júpiter"
    

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