Había una vez
Había una vez un hombre que iba caminando por Dublín y se dio a sí mismo el nombre de Dedalus en honor a Dédalo, el hechicero, constructor de laberintos y artífice de alas para Ícaro, que voló tan cerca del sol que se cayó, del mismo modo que el dublinés y apostólico James Joyce cayó en las profundidades de un mundo de palabras, desde las "epifanías" de su juventud hasta el "caosmos" verbal de sus últimos años.
Principio de "James Joyce"
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