Una tarde del invierno pasado, cuando sonó el teléfono en mi casa de Wheeling, en Nueva York, decidí no contestar. Nevaba, estaba leyendo un libro que llevaba semanas deseando empezar y no quería que me molestaran. Pero me pareció que los sonidos del timbre se prolongaban y eran más insistentes de lo habitual, así que respondí:
Principio de "Alguien ha visto a la señorita Dora Dean?"
En "Los huesos de Louella Brown y otros relatos"
No hay comentarios:
Publicar un comentario