1.5.24

Kathryn Mannix. El duelo es el proceso natural que nos capacita para vivir con la pérdida

El duelo es el proceso natural que nos capacita para vivir con la pérdida. Es emocional y físico, demoledor y agotador. El doliente descubre que su capacidad de atención se fractura y que le falla la memoria. Hay momentos de calma y momentos de un inmenso trastorno en la propia forma de ver la vida: no se trata sólo de una angustia emocional, sino de una sensación de encontrarse desubicado en el tiempo, el espacio, de cómo coger aire para volver a respirar o de cómo dar el siguiente paso. El simple hecho de pasar el día ya es agotador, se altera el sueño, las hormonas que se liberan por el estrés causan cansancio físico. El acercamiento a esa persona, por tanto, debería servir para reponer esa energía y esa capacidad de atención en lugar de agotarle la poca que le quede.
La pena no es una enfermedad, sino una reacción ante la pérdida. El dolor durará tanto como dure la pérdida, y, después de una muerte, la pérdida durará para siempre: impregna el presente de quien la sufre, los recuerdos de su pasado y sus expectativas de futuro, y aunque al final irá descubriendo que su dolor es un componente cada vez más pequeño de su vida cotidiana, no va a desaparecer por completo. Esa persona no va a "superarlo" por mucha que sea la gente que le diga que debería hacerlo. El duelo es un proceso que, al final, le dará la capacidad de vivir con esa pérdida. Y tardará el tiempo que tarde.


De "Las palabras que importan"
   

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