Cuando era niña caminaba en solitario durante horas por el bosque que había detrás de mi casa en Luisiana, cantando canciones. Encontrarme en el exterior me proporcionaba una sensación de viveza y peligro. Durante mi infancia, mi madre y mi padre se peleaban constantemente. Él era alcohólico. En casa, lo normal era que me sintiera asustada. No es que el exterior fuera necesariamente el paraíso, pero era mi mundo. Paraíso o infierno, llámalo como quieras: era mío.
Del prólogo de "La mujer que soy"
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