Me preocupé mucho. Crecerá el jardín, fluirán los ríos
en la dirección correcta, girará la tierra
como se le enseñó, y si no, cómo voy yo
a enderezarlo?
Acerté, me equivoqué, se me perdonará,
puedo hacerlo mejor?
Podré cantar algún día, incluso los gorriones
lo hacen y yo, en fin,
no tengo remedio.
Estoy perdiendo vista o solo me lo imagino,
voy a tener reumatismo,
tétanos, demencia?
Finalmente la preocupación quedó en nada.
Y renuncié. Y cogí mi viejo cuerpo
y salí a la mañana,
y canté.
De "Cisne"
En "Devociones"
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