Me parece que he nacido para mis obras junto con mi destino.
Siempre me ha costado mucho escribir. No soy de aquellas para quienes el escribir es una fuente de felicidad.
Para mí (escribir) es doloroso.
Y un trabajo lento, muy lento. «Qué hiciste todo el verano?», me preguntó una amiga hace un par de años. «Escribir un cuento», le respondí.
Lo difícil para mí no es concebir una obra, sino construirla y elaborarla: el trabajo de precisión. Para mí el goce está en sentir un libro y fijarlo con notas. Lo siento terminado dentro de mí. Lo que me hastía es escribirlo.
De "Escribir como nace la tierra"
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