vestida de claridad.
Eran dos montañas negras
ocho barcas y un cañar.
Una ruta navegante
con un puerto sin fanal
como laguna dormida
bajo el fulgor estelar.
Y era un áspero perfume
ramo de brea y sal
y una ventana en la noche
abierta a la inmensidad
con dos sombras desveladas
que contemplaban el mar.
Y era abril:
y nada más.
(Del libro "Canciones de la isla"
incluido en "Laberinto de presencias")
En "Mujeres del 27. Antología poética"
No hay comentarios:
Publicar un comentario