Hombres trepados en los techos
revisan tanques, obstrucciones
desechan animales
muertos, a través de las rejas
en la distancia
el mundo se despliega como un mapa desbordado
Río y selva
palabras que comparten el mismo eco
y se funden en un escurridizo sustantivo
Antes del verde está la niebla
y antes de ella, el húmedo sueño de la lluvia
Cuando escuches el trueno me recordarás
y tal vez pienses que amaba la tormenta,
dice Ajmátova desde otra violenta geografía
Relámpagos y truenos
duran el tiempo preciso para creer
que la tierra
quedará suspendida en el destello
en un sonido recóndito e inerte
Cuatro días de música rígida
multitud de gotas
filos laboriosos sobre las tejas y el óxido
A treinta grados
con sensación térmica de treinta y siete
y humedad del noventa y uno por ciento
me pregunto si alguien ama la tormenta
si alguien se pregunta si existe quien ame la tormenta
si hay cuerpos, justo ahora, que se aman mientras aman
la tormenta
La lluvia cae, es un muro
que deforma la realidad del paisaje
su ardua superficialidad y lo que esconde
: dardos envenenados, oro, lenguas moribundas lamen
con su última humedad cauces y raíces
El agua es el idioma que se impone
Su fuerza es la única voz
No hay lugar
para diferencias interpretativas
para debates sobre la legalidad o el progreso
Todo es mío -dice la lluvia
Esa es su sentencia inapelable
Su palabra (des)hecha (en) carne y hueso
En "Pájaros de sombra. Diecisiete poetas colombianas (1989-1964)"