Principio de "Alfabeto"
Petit Palais du Vocabulaire
8.4.25
7.4.25
Raquel Bernardino. Tan rápido
Tan rápido que confundo
mi nido
con el del pájaro,
queda café en la cafetera,
urgencia de lo urgente.
Sé de lo domesticado
y de lo propio,
bailo el abrazo
que nos limita.
Lloro la primavera
y las flores que crecen
cuando me alcanza el frío.
Tan rápido
que calla el eco
que hoy me despierta
y siento mis fronteras
como ajenas.
Me falta el vino reposado,
los sirocos colectivos,
las manos de mi madre,
la brisa que promete algo.
Tan rápido
que no sé detenerme a veros
y, el simple hecho
de necesitaros,
me hace sentir
menos sola.
De "Voz de espejo"
6.4.25
Olga Orozco. Repetición del sueño
Como una criatura alucinada
a quien ya sólo guiara la incesante rotación de la luna entre los médanos,
o como un haz de mariposas amarillas sumergidas por el farol de las tormentas
en el vértigo del miedo y de la oscuridad,
o quizá más aún como la ahogada que desciende hasta el fondo del estanque
girando con un lento remolino de adiós,
así voy convocada, sin remedio,
hasta alcanzar mi sombra de extranjera en la niebla,
hasta pasar los muros que llevan paso a paso a la condena,
hasta entrar en la noche en que el malhechor asume las apariencias del sueño
para mejor herir sin ningún desafío.
Ése es mi más allá tras la única puerta que se abre cada día hacia la misma jaula
en donde la costumbre grazna sobre sus alimentos de naufragio.
Él me espera vestido de terciopelo negro,
envuelto por la dulce pesadumbre del duelo que no llega jamás,
y su rostro vacío, fundiéndose en la nieve dorada de otro tiempo,
exhala una luz muerta,
un fulgor como de viejas lágrimas guardadas para la acusación.
Yo me acerco a través de esos relampagueantes espejismos de ayer que me anuncian una vez más mi propio sacrificio,
pero debo llegar
igual que un personaje promedio por las marcas del pasado
para un día cualquiera,
a la hora azul pálido de las inmolaciones,
hasta un lugar que ahora es el sueño que se pierde conmigo y nadie sabe.
Porque ahora él separa con este solo golpe de cuchillo la envoltura del mundo
y abre de par en par los grandes cielos de las transformaciones.
Sin embargo, esta herida del corazón por donde salgo,
estas gradas sin fin por donde ruedo con la velocidad de la distancia,
estas aguas que giran y se aquietan de pronto para cristalizar en una sombra igual a mi destino,
me conducen de nuevo a la cárcel de espejos que arroja cada noche a la noche en que me muero.
Aunque nada me diga al despertar que yo sea yo misma.
De "Los juegos peligrosos"
En "Poesía completa"
5.4.25
Anne de Marcken. Dura una eternidad y en un instante se acaba
Hoy se me ha caído el brazo izquierdo. Se me ha desprendido limpiamente a la altura del hombro. Janice 2 lo recogió y lo trajo al hotel. Creía que iba a afectarme al equilibrio más de lo que me ha afectado. Es como cortarse el pelo. El movimiento del aire alrededor de las partes que quedan de mí es distinto. Hay también una sensación intermitente de novedad y de merma: yo libre, yo no muerta, no me mires.
Principio de "Dura una eternidad y en un instante se acaba"
4.4.25
Teté Casuso. Paz Violeta
Déjame vegetar tranquila
en un rincón de mi espíritu.
Déjame que me esconda en mí misma!
Un cansancio profundo
y un miedo de todas las cosas.
Del dolor estremecido y convulso
de estar emocionada.
Estoy enferma de sentir profundamente todo.
Déjame que me calle.
Déjame que me duerma,
que me olvide de mí misma.
Hay que nunca ser nada
para vivir en paz.
De "Versos míos de la libreta tuya"
3.4.25
Märta Tikkanen. Cuando se mece el suelo...
Cuando se mece el suelo
doy unos pasitos pequeñitos
casi totalmente
imperceptibles
para tal vez así poder
mantener el equilibrio
Cuando los segundos
se van amontonando
y luego se precipitan de golpe sobre mí
todos a la vez
soy muy dura para con ellos
tengo que serlo
Uno por uno, uno por uno
les voy dando permiso para pasarme
y las horas interminables
hasta el amanecer
Cuando las páginas y los párrafos
y las frases
me parecen impenetrables
cojo las palabras
una tras otra
y las levanto hacia la lámpara
y las tengo así un buen rato
hasta que se vuelven
transparentes
Luego junto
los pequeñísimos restos
de mi coraje
y susurro silenciosa
pero sólo a aquellos
que tienen el oído pegado al suelo
y que van avanzando a rastras
como yo
doy unos pasitos pequeñitos
casi totalmente
imperceptibles
para tal vez así poder
mantener el equilibrio
Cuando los segundos
se van amontonando
y luego se precipitan de golpe sobre mí
todos a la vez
soy muy dura para con ellos
tengo que serlo
Uno por uno, uno por uno
les voy dando permiso para pasarme
y las horas interminables
hasta el amanecer
Cuando las páginas y los párrafos
y las frases
me parecen impenetrables
cojo las palabras
una tras otra
y las levanto hacia la lámpara
y las tengo así un buen rato
hasta que se vuelven
transparentes
Luego junto
los pequeñísimos restos
de mi coraje
y susurro silenciosa
pero sólo a aquellos
que tienen el oído pegado al suelo
y que van avanzando a rastras
como yo
De "La historia de amor del siglo"
2.4.25
Elvira Dones. Virgen jurada
Y de nuevo, inmensa
ilimitada, se reanudará
la vida, sin ojos, sin palabra,
sin pensamiento.
Nâzım Hikmet,
«El rayo está cargado de miel»
I.
OCTUBRE DE 2001
-Conque es usted poeta, señor Doda -observa el compañero de viaje que durante siete horas ha ocupado el asiento contiguo al de Hana en el avión.
La cola de pasajeros ante el control de pasaportes del aeropuerto internacional de Washington es una serpiente agotada.
-No exactamente -responde ella, procurando sonreír.
-Pero escribe poemas, si no he entendido mal.
No se escriben buenos poemas con la vulva seca, dice Hana para sus adentros. Mira para otro lado. Una mujer se retoca el pintalabios, su hombre la mira con una pizca de desagrado, dando golpecitos al pasaporte. Ella cataloga la escena como «hombre desenamorado, mujer ingenua, tregua conyugal a punto de vencer».
Principio de "Virgen jurada"
1.4.25
Marina Mariasch. Efectos personales
Hablar es perder siempre. A las nueve de la noche, como una tormenta que se larga de golpe, las personas salen a las ventanas, a los balcones, y aplauden. Es una costumbre que empezó en estos días para homenajear a los médicos que sostienen vivo al mundo. Pienso que también es un aplauso para nosotros mismos. Nos felicitamos con golpes de manos, un signo universal de celebración, algo tan ridículo como si titáramos besos o repitiéramos una sílaba para manifestar que estamos contentos por lo que pasó tatatatatatatatata. Un día más en la tierra de edificios brotados de la locura automática. Buen día, esta es mi mesita de luz, esta es mi silla, mi taza, mi cama. Este es el piso donde tengo que pararme y caminar. Despertarse y reconocer lo que nos rodea es un trabajo diario.
Principio de "Efectos personales"
31.3.25
Rosella Postorino. Me limitaba a amarte
El niño caminaba tan pegado a la madre que ella se detuvo y le dijo:
-Por qué te me echas encima, no ves que tropezamos?
Era superior a él. Tenía diez años y, desde hacia cinco, vivía en el tormento de su ausencia, se pasaba la semana asomado a la ventana, arrodillado sobre una silla, esperando. Luego llegaba la madre y el niño era peor que los perros que no saben ir atados, resoplaba ella. Y él pensaba que lo ataban corto justo por la alegría de verse por fin con el amo. No decía nada.
Principio de "Me limitaba a amarte"
30.3.25
Ana Luísa Amaral. Entre mitos: o parábola
No sabían,
los que vivían felices a orillas del Nilo,
de la llegada de aquellos que habrían de reducirlos casi a escombros,
ni de los que más tarde les habrían de robar tierras e ideas
y saquear la belleza de las piedras en perfecto equilibrio, y noche y luz perfecta,
en busca de las joyas y del oro y de un conocimiento
que no les pertenecía.
No sabían,
porque vivían en el centro de su tiempo,
y el centro del tiempo nunca sabe cómo será su transcurso,
como la corriente de un río no conoce su desembocadura,
solo las orillas por las que pasa y le dan luz, o sombra.
Y aunque a orillas del Nilo
habitaban no solo los poseedores de mucho,
sino también aquellos que escaso sustento y techo tenían,
a todos les unía esa creencia en una paz futura,
en atravesar otras orillas y encontrar paz.
No sabían lo que vendría,
ni en qué acabaría su historia, como nada saben
los humanos que habitan este antiguo sol azul.
Pero debieron presentir ese final,
y la alegría de los ciclos y de los aluviones
debió ir acompañada de angustia por la llegada de los ejércitos
que les prometían más bienestar y más paz,
diciéndoles que la paz y el bienestar requerían
alianzas y el abandono de sus creencias y una historia nueva
y en apariencia más útil.
Mucho después,
de ellos quedaría el recuerdo en libros y mitos,
y el rumor del desierto,
y las perfectas construcciones de piedra resistente,
y su escritura, bella y útil, que llevó años descifrar.
Y mucho de esto no permaneció en su tierra, a orillas del Nilo,
sino que fue robado, y viajó en navíos, por mares diferentes,
hasta museos y plazas de otros colores
donde ganaría otros olores y otros sentidos.
Parece que siempre ha sido así
con el tiempo y la historia.
Parece que siempre es así.
A no ser que una esfinge se rebele
y levante el vuelo, como la esfinge de otro pueblo,
no a orillas del Nilo, sino de un mar
poblado de mitos y pequeñas islas.
Tampoco conoce, esa esfinge resguardada en Delfos,
cómo será el futuro de las cosas y del tiempo,
pero sabe de la llegada de los que, en nombre de un nuevo equilibrio,
dicen poder salvar los tiempos.
Tal vez le ayuden el cuerpo de león
y, desplegadas, las alas.
Y el enigma,
que poco importa a los dueños del equilibrio,
pero que dicen ser la fuente de la poesía.
Y es la fuente de la que la carne despierta,
a orillas de lo humano.
De "Oscuro"
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