29.12.25

Tessa Hadley cita a Christina Rossetti

"Quieto, quieto, mi roto corazón, mi corazón silencioso, mudo y roto", pensó, recordando a Christina Rossetti.


De "Lo que queda de luz"
    

28.12.25

Yiyun Li. En la naturaleza las cosas crecen

No hay una buena manera de decir esto: cuando llega la policía es inevitable que introduzcan las malas noticias con esa frase, como si su sola presencia no fuese lo suficientemente siniestra. La primera vez que oí esa expresión ya sabía lo que me iban a comunicar. Sin embargo, presté atención a la manera en que me transmitían la noticia: el detective insistió en que primero me sentara. Me senté a la mesa y él colocó otra silla a la distancia adecuada y se sentó. No cabía duda de que estaba siguiendo el protocolo, pero aun así la frase -no hay una buena manera de decir esto- me sonó a la vez acertada y efectiva. Aunque es casi un cliché, no se la suele usar en la conversación diaria, y su precisión se me ha quedado grabada.
La segunda vez, ya suponiendo las noticias que estaban a punto de darme, no pensé en la frase ni por un instante. Tampoco esperé a que el detective me pidiese que me sentara. Señalé una silla para mi marido y me senté en la otra. Mi corazón empezó a experimentar esa sensación para la cual no existe ningún nombre. Podemos llamarla dolor, podemos llamarla desgarro, podemos llamarla devastación, pero son todas palabras incorrectas, inútiles en su familiaridad. Esta vez los cuatro policías se quedaron de pie.
No hay una buena manera de exponer estos hechos, que deben ser aclarados antes de poder seguir con el libro. Mi marido y yo tuvimos dos hijos y los perdimos a ambos. A Vincent en 2017, a los dieciséis años; a James en 2024, a los diecinueve. Los dos eligieron el suicidio y los dos murieron a poca distancia de casa: James, cerca de Princeton Station; Vincent, cerca de Princeton Junction.


Principio de "En la naturaleza las cosas crecen"
   

27.12.25

Laura Fernández. La señora Potter no es exactamente Santa Claus

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En el que aparece por primera vez Stumpy MacPhail y, también, una madre que cree que su hijo está (TIRANDO SU VIDA POR LA BORDA) y, por supuesto, la rara y sin embargo famosa Louise Cassidy Feldman, autora de La señora Potter no es exactamente Santa Claus


Era una apacible mañana en la siempre desapacible Kimberly Clark Weymouth. Stumpy MacPhail acababa de servirse un café cargado, con doble de leche, doble de azúcar y una cucharadita de mermelada de melocotón. Mientras lo degustaba, chasqueaba los dedos, sus esqueléticos dedos de pianista torpe, y sonreía en dirección a la puerta. Su pequeña oficina, situada en una de las calles principales de la siempre desapacible y fría Kimberly Clark Weymouth, consistía en apenas una silla que el, en cierto sentido, un sentido casi infantil, atractivo agente inmobiliario ocupaba, una mesa, la mesa en la que descansaba su libreta de citas, su colección de facturas, una pequeña lámpara, un viejo ordenador y aún no el suficiente polvo como para provocar estornudos, y un puñado de estanterías, las suficientes como para forrar la pared que quedaba a su espalda. Dichas estanterías estaban repletas de anuarios de ventas de inmuebles del condado y de revistas de modelismo. Oh, y una de ellas, la afortunada, albergaba, un raído ejemplar de La señora Potter no es exactamente Santa Claus, la novela que había llevado a aquel del todo iluso tipo que maldecía en nombre de Neptuno, a aquel desapacible rincón del mundo.


Principio de "La señora Potter no es exactamente Santa Claus"
     

26.12.25

Idea Vilariño. 24

Y diré que estoy triste
qué otra cosa decir
nada más
que estoy triste.
estoy triste.
Eso es todo.


De "No"
En "Poesía completa"
    

25.12.25

Cristina Naranjo. Navidad sin ti

La Navidad se disfraza de fiesta en tu diciembre vacío
y los huecos en la mesa te recuerdan quién no está,
pero tú sonríes, porque sabes lo feliz que creciste años atrás
entre sonrisas que, hoy entiendes, también sufrían huecos.


De "Lo mejor que fuimos"
    

24.12.25

Marnie Pomeroy. Nochebuena

El abeto, como hirsuto cura de negro hábito, 
se erguía junto a la iglesia cuando entraron al crepúsculo. 
   
Al salir a la oscuridad caía la nieve.
El abeto se encendió en la negrura
   
de la noche: una dama de varias manos enguantadas de blanco
que manoseaba titilantes rosarios de luz.


De "Partícula y llama. Antología poética"
    

23.12.25

Claire Keegan. Cosas pequeñas como esas

En octubre hubo árboles amarillos. Después, se atrasó la hora de los relojes y los prolongados vientos de noviembre llegaron, soplaron y desnudaron los árboles. En el pueblo de New Rose, de las chimeneas salía humo que se disipaba y se desvanecía en extensos hilos desmelenados antes de dispersarse por los muelles, y pronto el río Barrow, oscuro como cerveza negra, creció con la lluvia. 


Principio de "Cosas pequeñas como esas"
    

22.12.25

Elena Garro. La casa junto al río

Las tragedias se gestan muchos años antes de que ocurran. El germen trágico está en el principio de las generaciones y éstas, como los caballitos de las ferias, hacen la ronda alrededor del tiempo, pasan y nos señalan. Pasa Caín asesinando a Abel y la quijada de burro permanece en su lugar inicial; pasa el incestuoso lecho de Edipo y sus horribles ojos sacados de las órbitas; pasa Helena con el fruto de oro, premio a la belleza y origen de la guerra, y pasa Job, castigado por su inocencia. 


Principio de "La casa junto al río"
En "Novelas breves"
    

21.12.25

Nerea Zubikoa. Time

Suave brisa
que mece el cabello
tiempo en espera
tiempo presente.
Y tú 
sigues ausente


De "Transtorno de déficit de ti"
    

20.12.25

Melba Escobar. Cuando éramos felices y no lo sabíamos

BOGOTÁ 
25 de abril de 2020, 3:13

Estoy aquí, frente a la hoja en blanco, en vez de estar durmiendo por lo que les voy a contar. Llevamos ya cinco semanas de confinamiento por causa de la pandemia ocasionada por el covid-19. A lo largo de estos días me he preguntado muchas veces qué habrá sucedido con todos esos venezolanos sin techo que vivían en las calles bogotanas. También muchos colombianos, claro. Pero sobre todo venezolanos. Migrantes del hambre y la desesperación. 


Principio de "Cuando éramos felices y no lo sabíamos"