Saltó de la cama, pasó a la sala de estar y se arrodilló ante la librería. Libros. Palabras. Desde luego debía existir algún encadenado de palabras que expresaste con certeza y claridad lo que experimentaba, que aislase sus emociones de tal modo, que las pudiese contemplar desde fuera. Pertenecía ella a una generación que, no habiendo encontrado nada en la religión, se había formado en la literatura.
De "Un casamiento convencional"
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