Libros así había más que suficientes. En todas las grandes novelas modernas aparecían mujeres que caían en manos de viles seductores y morían a consecuencia de ello. Morían en el mar, atropelladas por trenes, de parto. Alguien tenía que romper la maldición; alguien tenía que despertar a la Bella Durmiente sin enviarla después a la destrucción; alguien tenía que decirle de una vez por todas: "Vuela, y vive para contarlo!"
De "Isadora emprende el vuelo
o cómo salvar su propia vida"
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