1.10.23

Charmian Clift. Los buscadores de loto

Hoy hemos comprado la casa junto al pozo.
La adquisición, pendiente de un hilo durante varias semanas de nerviosismo, mientras tratábamos de organizar nuestras imposibles finanzas, se ha formalizado finalmente en el despacho del notario, que es también el juez de paz de esta pequeña isla griega, así como el tasador municipal y el marido de la profesora favorita de mi hijo Martin en la escuela del pueblo: la escuela de Abajo, que se llama así para distinguirla de la de Arriba, en lo alto de la montaña.


Principio de "Los buscadores de loto"
    

30.9.23

Elizabeth Cady Stanton. La soledad del ser

El asunto que en esta ocasión deseo exponer abiertamente ante ustedes trata sobre la individualidad de cada ser humano; sobre nuestra concepción protestante en lo relativo al derecho a la conciencia y al juicio individuales; sobre nuestra idea republicana de la ciudadanía individual. Cuando hablamos sobre los derechos de la mujer hemos de considerar, en primer término, lo que le pertenece a ella como individuo en un mundo propio, árbitro de su propio destino, un Robinson Crusoe imaginario con un Viernes femenino en una isla solitaria. Los derechos de la mujer en tales circunstancias consisten en el uso de todas sus capacidades para su seguridad y su felicidad.


Principio de "La soledad del ser"
    

29.9.23

Teresa de Cepeda y Ahumada. Octava

Dichoso el corazón enamorado
que en solo Dios ha puesto el pensamiento,
por Él renuncia todo lo criado,
y en Él halla su gloria y su contento.
Aun de sí mismo vive descuidado,
porque en su Dios está todo su intento, 
y así alegre pasa y muy gozoso
las ondas de este mar tempestuoso.


En "Poéticas. Antología de mujeres del siglo XVI"
    

28.9.23

Jane Austen. Amor y amistad

Primera Carta
De Isabel a Laura

Cuántas veces, como respuesta a mis repetidos intentos de que hicieras a mi Hija un detallado relato de las Aventuras y Desventuras de tu Vida, me has contestado: "No, amiga mía, nunca atenderé a tu petición; no, hasta que no me encuentre libre del Peligro de verme expuesta una vez más a experimentar tales horrores":
Estoy convencida de que ese momento ha llegado. Hoy cumples 55 años. Si alguna vez puede decirse que una mujer está a salvo de la firme Perseverancia de desagradables Amantes y de la cruel Persecución de Padres obstinados, es sin duda en ese momento de su Vida.

Isabel
   


Segunda carta
De Laura a Isabel

Aunque no estoy de acuedo contigo cuando supones que nunca más estaré expuesta a Desgracias tan inmerecidas como las que ya he experimentado, para evitar que me acueses de Obstinación o de maldad, he decidido satisfacer la curiosidad de tu Hija. Confío en que la fortaleza con la que he sufrido las numerosas Aflicciones de mi Vida pasada sea para ella una Lección provechosa a la hora de afrontar las que puedan sobrevenirle en la suya.

Laura



Principio de "Amor y amistad"


27.9.23

Gabriele Tergit. Los Effinger

Un joven de diecisiete años, Paul Effinger, escribió una carta en 1878:

Venerados padres:
He recibido vuestra primera carta del 25 de los corrientes y me apresuro a responderla.
También aquí se nota la gran agitación que puede observarse en todas partes. Ahora trabajo en una fundición de hierro, y puedo decir que es un trabajo duro. Empezamos a las cinco de la mañana y paramos a las seis de la tarde, lo que hace once horas de trabajo. En muchas ocasiones no se para hasta las siete. Es espantoso para los obreros. A menudo viven lejos, y no descansarían más de cinco horas si volvieran a casa. Así que tienden un lecho en las salas de la fábrica y se acuestan allí, sin separación de sexos, en la mezcolanza más repugnante. De hecho, aquí el trabajador no es más que un mendigo con condiciones un poco mejores. Pienso mucho acerca de estas cosas. Por las tardes intento avanzar en mi formación técnica. También acudo a clases de Comercio dos veces por semana y estudio francés.
Pero pasemos a lo más importante, lo que sin duda os alegrará, mis muy venerados padres. El domingo mi respetado jefe me invitó a comer. Estaban invitados todos los que habían terminado su formación. Fue muy hermoso. Había vino, y me senté junto a la señora de la casa, lo que me parece un honor casi demasiado grande. También tienen una hija, pero no presta atención a los jóvenes. Tan solo habló con un teniente. Aquí adoran a los tenientes como a dioses. El señor Rawerk os manda saludos.
Os interesará saber que el emperador y Bismarck pasaron por aquí con ocasión de las maniobras imperiales. El señor Rawerk y todos nosotros queríamos tributar nuestra ovación al venerable emperador y al gran Bismarck, pero cómo hacerlo? Entonces, a nuestro jefe de taller se le ocurrió una idea genial. Y la pusimos en práctica. Cuando pasó el tren especial una gran parte de los trabajadores se congregaron en los pilares de ladrillo de la verja de la fábrica, cada uno con un montón de carbón en las manos, lo que se llaman briquetas, y adoptaron una postura lo más monumental posible, a menudo incluso pictórica. La imagen era en extremo original, y sin duda muy característica de la Renania industrial. El emperador Guillermo saludó varias veces desde el tren.
Ya veis que vivo en medio del gran mundo. Pero el domingo estuve en Sankt Goar. Fui en el vapor del Rin. Estaba muy lleno y la gente iba muy relajada. Para que no me creáis muy frívolo, tengo que deciros que es el primer viaje que hago por el Rin en tres años, y que ahorro cada céntimo de mi salario.
Que os vaya muy bien, saludad a todos mis hermanos y recibid los más cariñosos saludos de vuestro hijo, que os respeta profundamente,
Paul

El joven, un hombre pequeño, insignificante, de cabello castaño claro, cogió la salvadera con movimientos rápidos y eficaces y secó lo que había escrito. Luego escribió con enérgica caligrafía de comerciante: "Sr. Mathias Effinger, relojero, Kragsheim", cogió un sello y llevó la carta al correo.


Principio de "Los Effinger"
   

26.9.23

Florencia del Pinar. Canción IV

   Hago de lo flaco fuerte, 
voy a lo más peligroso,
quiero volver a la muerte,
puedo huir y no oso.
   La voluntad me condena
y en ello consiente amor,
donde por haberle temor 
hago del hilo cadena. 
No contradice mi suerte,
voy a lo más peligroso,
quiero volver a la muerte,
puedo huir y no oso.


En "Poéticas. Antología de mujeres del siglo XVI"
    

25.9.23

Rachel Cusk. Un trabajo para toda la vida

Si en algún momento de mi vida hubiera sido capaz de descubrir lo que me deparaba el futuro, siempre me habría gustado saber si tendría hijos o no. Más que el amor, más que el trabajo, más que mis años de vida o la medida de mi felicidad, esta era la cuestión que para mí encerraba un misterio más fascinante. Esas otras cosas me las imaginaba: dar a la luz era algo que no podía imaginarme.


Principio de "Un trabajo para toda la vida"
    

24.9.23

Lorena Pronsky. Dejen que se curen

Uno tiene que curarse primero.
Te andan obligando a disfrutar el momento, a soltar lo que te hace mal, a dejarte fluir con las circunstancias y a entregarle todo al universo para que suceda lo que convenga.
Uno primero tiene que curarse.
Dejen de mentirle a la gente rota que todos sabemos que a nadie deja de sangrarle la herida por poner los piececitos en el agua y acariciar el perro mientras se les agradece la existencia a las tostadas que comemos todas las mañanas.
La gente pide magia para que no duela, y después los ves por ahí, sintiendo culpa de no tener los huevos necesarios para salir a bailar y reírse a carcajadas, mientras acaban de enterrar al amor de su vida en el medio del pecho.
Termínenla. La gente rota guarda pedazos de vida que necesita sanar. Necesitan abrazos que se acomoden como vendas, capaces de apretarles bien los cuerpos hasta que dejen de supurar. Tienen que dejar de supurar. Tienen que sanar.
Están lastimados, no son boludos. No necesitan escuchar lo que hace rato están tratando de hacer y no pueden. A veces no se puede. No se puede. Es que la vida, por momentos, duele. Duele. Las pérdidas, los desengaños, los desencuentros, los abandonos, las decepciones, los sueños frustrados y las promesas incumplidas duelen. Todo eso duele.
Antes de meter las patas en el agua y sacarse una selfie acariciando un perro que no tienen, hay que sanar. Y para sanar, hay que saber frenar. Mirar lo que nos sacudió el cuerpo y frenar.
Frenar para ver. Para entender. Para reconstruir. Y muchas veces para terminar de destruir. Córtenla con esas pavadas de que el que no se anima no es valiente, agitando esa pseudolibertad que se supone hay que poner en marcha porque mañana puede ser que se termine el cuento. Dejen de molestar a la gente que está haciendo su duelo, que se está encontrando con su pena, su soledad y su vacío.
Respeten. No sean mentirosos. Todos sabemos que a veces, simplemente, no se puede. No se puede. Esa gente, que se está sanando, se está enfrentando a sus fantasmas y a sus tormentas porque, para poder salir a bailar con la música a todo lo que da, primero hay que saber curarse. Eso es la vida.
Asumirlo es el paso necesario para poder pararse cuando se pueda y como se pueda.
No apuren a la gente. Dejen que se curen, carajo. Y después, quizás sí. Con menos dolor. Con la herida ya sanada y con el cuerpo más liviano, que pongan los pies donde quieran ponerlos, que cumplan esa cuenta pendiente por hacer, que llamen a quien tengan que llamar, que perdonen a quien no pudieron perdonar y que, si se les canta el alma, le agradezcan al universo por todo lo que les da.
Pero dejen que la gente se sane.
Dejen que se curen, carajo. 


De "Dejen que se curen"
En "Rota se camina igual"
    

23.9.23

Maria Iordanidu. Como pájaros atolondrados

-Como pájaros atolondrados han dejado a la gente los malditos. Cómo pájaros atolondrados.
Para doña Klío los malditos eran el káiser y su cuñada, la francesa. El káiser, porque había hecho la guerra, y la francesa, su cuñada, porque por culpa suya su pequeña Ana había viajado a Rusia y se había quedado allí varada por la guerra y la revolución que luego estalló, y la pobre había pasado las de Caín hasta conseguir volver a su casa, en Constantinopla. Y ahora que había vuelto y había encontrado la casa desbaratada, deshecha, a su abuela muerta, la oficina de su tío cerrada y Constantinopla llena de refugiados rusos, qué va a hacer? Qué desastre! Qué van a comer? Y dónde va a encontrar trabajo?


Principio de "Como pájaros atolondrados"
    

22.9.23

Teresa Wilms Montt. En la quietud del mármol

Introducción 

No quiero suprimir una sola de estas líneas pues sería matar su dolorosa espontaneidad, y ocultar el angustioso tormento que sufría el alma de quien las escribiera.


Indroducción al libro "En la quietud del mármol"