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24.6.23

Catherine Walsh. No te he dicho...

no te he dicho 
            ya
cómo la fruta se marchita 
                  fuera de la rama 
o en ella

insatisfacción
requiere constante
cuidado

        ni alegría
ni amor
     carrera veloz
descuidada

o
que es aceptable que él diga que tenía que
estar hambriento para entender no el hambre
sino el conocimiento


En "No soy tu musa. Antología de poetas irlandesas contemporáneas"
    

18.6.23

Sara Berkeley. IV

Sobre mi casa
Los pájaros comienzan su lento declive
Atrapados en una brisa cruzada
O en un cambio de vientos
Y grasa gota en los fuegos de bienvenida.


En "No soy tu musa. Antología de poetas irlandesas contemporáneas"
    

15.6.23

Medbh McGuckian. La conversación es tan necesaria...

La conversación es tan necesaria
Entre esos conocidos árboles del recinto
Como los espacios entre farolas;
Y si yo soy una hilandera 
De palabras de doble significado, cuyo
Quando ha crecido en un ahora, 
Ningún texto puede devolver la miel
En su paso de luz desde un envase de cristal. 
Sólo una reserva de semillas, un péndulo, 
Expulsando la diaspórica nieve. 


De "No soy tu musa. Antología de poetas irlandesas contemporáneas"
    

12.6.23

Paula Meehan. Aubade

aprés una imagen de Joan Miró

Y entonces nos vestimos para el sol de junio. 
Me das un pajarito para que me proteja, 
para que cante una canción sólo para mí. 
Nos despedimos en la esquina; giro
como un trompo por la ciudad, 
por las calles calurosas. 
Nada puede hacerme daño. 
Nada me molesta. 
No siquiera la fruta tántrica de la calle Moore,
la mano extendida del mendigo, 
los del traje gris, 
las pintiparadas amantes de los ricos, 
los hombres con la violación en sus corazones, 
las tristes colas de los en paro, 
el cura sudando bajo su sotana negra, 
los sórdidos acuerdos de nuestros gobernantes, 
la prisionera en su inmundo hueco de celda, 
la carcelera y sus llaves chirriantes,
el embalsamador y su curioso arte, 
los rayos de un dios católico, 
las lágrimas inútiles de su madre. 
Me has dado un pajarito
para que me proteja, y me cante canciones de hilanderas,
el regalo de nuestro viaje
y un lugar seguro donde descansar. 
Me paro en ese centro, 
el lugar apacible que me das, 
así, como cualquier otra mujer
con un pájaro frente al sol. 


En "No soy tu musa. Antología de poetas irlandesas contemporáneas"
    

10.6.23

Rita Ann Higgins. La mujer de Tommy

No siempre fue tan amargada, 
la conocí cuando cantaba en pubs. 

Entonces era más joven y libre, 
llevaba una vida feliz. 

Trabajaba en Woolworths,
se conservaba bien. Sombra azul en los ojos. 

Se casó para proteger al niño. 
Le enviaron muchos sobres. Ese día. 

Todo comenzó bien para ella
La familia la apoyó entonces. 

Tommy se ve fuerte, tiene muchos amigos, 
le gusta la Guinness, el sexo y estar desempleado. 

Ella dejó de ponerse sombra el primer año, 
Sara ya tiene cinco meses, le salen los dientes con dificultad. 

Ella ya no cantaba en los pubs, 
no era tan amistosa como antes. 

Los otros tres hijos no se hicieron esperar, 
ella recordaba cuando se ponía sombra azul en los párpados. 

El carbonero odiaba llegar hasta su puerta, 
Él no entendía su rabia. 

Tommy se ve fuerte, tiene muchos amigos, 
la gusta la Guinness, el sexo y estar desempleado. 


En "No soy tu musa. Antología de poetas irlandesas contemporáneas"
    

7.6.23

Nuala Ní Dhomhnaill. El tema del idioma

Pongo mi esperanza en el agua
en esta pequeña barca
del idioma, igual que se pondría
una criatura

en un cesto tejido
con hojas de iris, 
su parte inferior resistente
gracias al betún y a la resina, 

y luego la puse toda abajo entre
juncos
y espadañas al borde
del río

sólo para aguantarse aquí y acullá,
sin saber dónde iba a terminar:
quizás, en el regazo
de la hija de algún Faraón. 


En "No soy tu musa. Antología de poetas irlandesas contemporáneas"
    

4.6.23

Eiléan Ní Chuilleanáin. El secreto

En lugar de quemar el libro u obtener su valor
Lo escondieron y se quedaron en silencio, incluso en la casa. 
Para que la historia de aquel año perdido
Fuera para cada una su propio engaño. 
Mientras la memoria se borraba ellas tenían que vivir. 
Nadie compraría su sangre, pero ellas vendieron
Su pelo, la leche de sus pechos,
Sus firmas en hilachas de papel, 
El pastoreo sólo hasta las ventanas del salón
Y por fin la fina hierba fresca
Que había empezado a crecer bajo el primer arco
Del puente al lado de la fábrica de papel quemada. 


En "No soy tu musa. Antología de poetas irlandesas contemporáneas"

3.6.23

Eavan Boland. Felicidad

Un verano en Connemara, 1940.
Mi padre aprende irlandés. 
Mi madre
pinta la cosecha. 

Sostiene ocre y naranja quemado
contra la tela. 

Él dice
samradh por verano y atais por felicidad.

El Atlántico
arroja sal a la oscuridad. Ella recoge sus colores. 

Es la hora de regresar a casa
a la ciudad donde aún no he nacido:

Ellos no pueden ver mi tristeza mientras el tren
se mueve hacia el este entre campos, sombras, fincas
hacia mi vida. 

Ellos no escuchan las ruedas
decir-pero yo sí-

nunca jamás, nunca jamás. 


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