2.9.12

Edith Södergran. El dolor


La felicidad no tiene cánticos, la felicidad no tiene
pensamientos, la felicidad no tiene nada.
Empuja tu felicidad para que se rompa, porque
la felicidad es malvada.
La felicidad viene dulcemente con el murmullo de
la mañana en los arbustos soñolientos,
la felicidad se desliza como nubes ligeras sobre un
abismo azul profundo,
la felicidad es el campo dormido bajo el calor del mediodía
o el espacio infinito del mar bañado bajo rayos cenitales,
la felicidad no tiene fuerza, duerme, respira y no
siente nada...
Conoces el dolor? Es fuerte y grande, los puños secretamente cerrados.
Conoces el dolor? Tiene una ilusionada sonrisa bajo
sus ojos afligidos.
El dolor nos da todo lo que necesitamos:
nos entrega las llaves del reino de la muerte
y nos lanza a través de la puerta, cuando todavía dudamos.
El dolor bautiza a los niños y vela con la madre
y forja todas las alianzas de oro.
El dolor reina sobre todos, alisa la frente del pensador,
pone la joya al cuello de la mujer deseada,
se queda en la puerta cuando el hombre deja a su
amada...
Qué otra cosa da el dolor a sus amantes?
No conozco nada más.
Nos ofrece perlas y flores, nos entrega canciones y
sueños,
nos da miles de besos que están vacíos,
nos da el único beso que es real.
Nos da nuestras almas extrañas y nuestros raros pensamientos,
el dolor nos da todas las ventajas supremas de la vida:
amor, soledad, y el rostro de la muerte.

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