En realidad, no nos corresponde prácticamente nada. Todas nuestras aspiraciones son erróneas y, por tanto, requieren un fundamento. La bondad eterna y que todos tenemos los mismos derechos, el derecho al trabajo y a la libertad, por desgracia, hay que fundamentarlo. Si no hubiera que hacerlo, que fácil sería todo.
De "Nadie debería apelar a la víctima"
En "Literatura como utopía"
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