Al día siguiente, cuando fui a ordenar y limpiar la sala de estar, saqué el volumen de poesía de Forough de debajo de la almohada. Dentro había un lápiz. Abrí el librito por esa página y vi que Charzad había subrayado estos versos:
Refugiadme, luces parpadeantes,
recelosos e iluminados hogares
en cuyas soleadas azoteas oscila
la ropa tendida y se perfuma de hollín.
Refugiadme, mujeres sencillas y sanas
que con suaves dedos seguís
los excitantes movimientos de un feto bajo vuestra piel,
mientras en vuestros escotes
el aire se mezcla con la fragancia de la leche fresca.
Una lágrima resbaló por mi mejilla.
De "El libro de mi destino"
No hay comentarios:
Publicar un comentario