20.7.12

Marguerite Yourcenar. I

Me acosté lentamente en la playa de arena
Donde el mundo se gasta con áridas dulzuras
Y a la hora asombrada en que los astros nacen
Del nácar de sus sueños sobre sus cuerpos largos,
Vi venir hacia mí mis hermanas Sirenas.

Vi venir hacia mí mis locas hermanas de la orilla
Que cantan por la noche en un lúgubre coro;
Amantes sin amor, cautivas para siempre,
Que nunca en el gemido hondo o en los senos fríos
Sintieron bramar secreto el fuego de un corazón.

Me pedían del alma ese trozo candente,
Estremecido adentro como un pequeño ser;
Esa péndola viva hecha de sombra y fuego,
Lanzadera de un telar que a cada instante
Tejiendo sangre desfallece y se acelera.

Me pedían su parte de esa entraña
Que dilata nuestros votos incumplidos,
A fin de que el ahogado, el grumete o el corsario
Encuentren bajo el agua verde y la sal que macera,
El amor y el calor de las camas profundas.

Querían ese corazón para sufrir y saber
Los cantos del dolor y sus sollozos roncos,
Y comprender por qué cuando amanece el día
Revelando el naufragio y la barca vacía,
La mujer del marino acude a la rompiente.

Cedí, temblando, al llanto de sus ojos transparentes,
A sus enamorados gritos de sombras y rumor;
Entre sus dedos lascivos y sus anillos de perlas
Vi mi corazón hundirse en la cavidad negra de las olas
y en el abismo del viento donde va lo que muere.

Lo vi descender el pozo de las tormentas,
Abrirse como un loto en las aguas tranquilas,
Bailar en las olas, rebotar en las crestas,
Y en hilos centelleantes que detiene el temblor,
Engancharse al cabello de las cañas gimiendo.

Vi su sangre tibia manchar el mar inmenso
Como un sol herido que naufraga victorioso
Dejando por detrás la nada y la demencia;
Lo vi tragado por la noche que comienza
Y luego ya no vi más lo que era mi corazón.


De "Las caridades de Alcipo"
  

No hay comentarios: