6.10.12

Elizabeth Bishop. La mala hierba


Soñé que, muerta y meditando,
yacia sobre una tumba, o cama,
(al menos, una especie de fría y tupida enramada).
En el frio corazón, su pensamiento final
se quedó helado, se hizo inmenso y claro,
tan rígido y ocioso como yo estaba allí;
y permanecimos juntos inmutables
durante un año, un minuto, una hora.
De repente hubo un movimiento,
tan sobrecogedor ahí para cada sentido
como una explosión. Después decayó en
insistente, cauteloso deslizamiento
en la región del corazón,
y me avivo de un sueño desesperado.
Levante la cabeza. Una mala hierba fina y joven
se había abierto paso a través del corazón y
agitaba su verde cabeza sobre el pecho.
(Todo ello ocurría en la oscuridad).
Creció una pulgada como una brizna de hierba;
después, una hoja brotó de un costado
como una bandera retorcida y temblorosa, y más tarde
dos hojas se movieron como banderines.
El tallo se endureció. Las nerviosas raíces
se extendieron a cada lado; la graciosa
cabeza cambió de posición misteriosamente,
ya que no había ni sol ni luna
que llamaran su joven atención.
El enraizado corazón empezó a cambiar
(no a latir) y entonces se partió
y de ahí surgió un chorro de agua.
Dos ríos se precipitaron de los lados,
uno a la derecha, el otro a la izquierda,
dos fuertes torrentes, medio claros
(las costillas los convirtieron en dos cascadas)
que con decisión, lisos como cristal,
desaparecieron por los finos y negros granos de tierra.
La tierra casi fue arrastrada;
luchaba con sus hojas,
y las levantaba ribeteadas de pesadas gotas.
Me cayeron unas pocas en la cara
y en los ojos, así que podía ver
(o, en ese negro lunar, pensé que veía)
que cada gota contenía una luz,
una pequeña escena iluminada;
el torrente que la hierba había desviado estaba hecho
de imágenes aceradas.
(Como si el río tuviera que llevar todas
las escenas que una vez hubo reflejado
encerradas en sus aguas, y no flotando
sobre superficies momentáneas.)
La hierba se irguió en el corazón cortado.
"Qué estás haciendo ahí?" pregunté.
Levantó la cabeza toda empapada
(con mis propios pensamientos?)
y entonces respondió: "Crezco", dijo,
"sólo para dividir tu corazón otra vez".
  
De "Norte & Sur"
   

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