8.12.12

Carmen Martín Gaite. Las primeras lecturas

Son irrecuperables las primeras lecturas, puedes reconstruir el argumento de alguna de ellas, incluso página por página, pero la relación apasionada con aquellos personajes es lo que se ha roto para siempre; queda a lo sumo en lo más hondo, disimulada, acallada por métodos espureos, mezclada con detritus de varias construcciones sucesivas, aquella sed por abarcar, por entregarse a la naturaleza y a la aventura, por alcanzar imposibles, conocida a través de esas ficciones; una sed que no apagaban los juegos ni las oraciones ni las caricias de mamá o la abuela. Las primeras novelas de amor que he leído en mi vida ha sido ahí tirada por el suelo en siestas de verano, con el libro en la alfombra, y aquel simple acomodo del cuerpo a la postura más propicia coincidía ya con el movimiento ávido de la mano que se adelantaba a buscar la página donde había quedado pendiente el episodio que había hecho galopar mis sueños la noche anterior, y era tal el deseo de intrincarse por aquellos renglones apretados, de viajar, de volar a su través que todo en torno desaparecía.
   
De "Retahílas"
 

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