Con la señora Behn, llegamos a una importante encrucijada. Atrás dejamos, encerradas en sus parques, con sus folios, a aquellas solitarias damas que sólo escribían por placer propio. Nos trasladamos a la ciudad y nos mezclamos con gente normal y corriente, en sus calles. La señora Behn era una mujer de clase media, dotada de todas las plebeyas virtudes del humor, la vitalidad y la valentía, una mujer obligada por la muerte de su marido, y por ciertas desafortunadas aventuras suyas, a ganarse la vida con su inteligencia. Tuvo que trabajar en condiciones de igualdad con los hombres. Trabajando arduamente ganó lo suficiente para vivir. La importancia de este hecho supera la de cuanto escribió, incluso su esplendido A Thousand Martyrs I have made o Love in Fantastic Triumph sat, por cuanto con este hecho comienza la libertad de la mente o, mejor dicho, la posibilidad de que, al paso del tiempo, la mente llegue a gozar de la libertad de escribir lo que le plazca.
De "Aphra Behn"
uno de los ensayos del libro
"Las mujeres y la literatura"
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