9.10.13

Victoria Ocampo. Las uvas de la ira

Es difícil haber leído, imaginado, vivido una novela y darse por satisfecho ante la interpretación que de ella vemos, más tarde en la pantalla. A medida que adelantamos en la lectura de una obra, sea cual fuere, vamos creando en torno a los personajes y los lugares descritos algo así como una atmósfera especial, nacida del encuentro de nuestra sensibilidad, de nuestra inteligencia, de nuestra visión del mundo (que varía con nuestros estados de ánimo), y de las del autor, pues toda lectura es colaboración. Tan es así que al releer ciertas páginas nos asombra, a veces, el no volver a encontrar ciertos detalles, ciertas alusiones (que habíamos hecho brotar del texto y que sólo eran su prolongación en nosotros), y nos maravilla descubrir nuevas intenciones y matices que no habíamos, hasta ese momento, percibido.
(...) el cinematógrafo americano acaba de ofrecernos una casi perfecta realización -letra y espíritu- de Grapes of Warth, la feroz y generosa novela de John Steinbeck. (...) merece más que admiración por su director John Ford y sus colaboradores (fotografía e intérpretes magníficos por momentos, buenos continuamente); despierta un respeto conmovido y una estima profunda hacia la nación suficientemente fuerte, libre y segura de sí misma para permitir esta muestra (mostra!), esta divulgación en su propio territorio y en los ajenos, de tan doloroso y humillante documento social; humillante para sistemas (u hombres?) que no han llegado aún a remediar tales injusticias.

Testimonios. Segunda serie: 1937-1940

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