Bastantes libros había; pocos libros franceses; pero quienes algo valen se limitan a leer lo que les da la gana, según su humor, con loco entusiasmo. La vida del duque de Wellington, por ejemplo; Spinoza; las obras de Dickens; el Faery Queen; un diccionario griego, con pétalos de amapola prensados hasta parecer seda entre las paginas; todos los autores de la época isabelina.
De "El cuarto de Jacob"
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