Y cada hora, sí, cada hora intemporal, redundante y obsoleta, aumentan las brujas en Kensington. Cada vez que una mujer se fatiga demasiado como para continuar; como para disipar la escarcha que tiene sobre los ojos. Se arrastran a sus madrigueras, donde ya no hay gas.
Y el invierno se acerca.
De "Los pícaros y los canallas van al cielo"
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