lo suficiente para que no se cansase,
le dábamos agua, un dedal,
para que tuviese que recordar el manantial,
abríamos la puerta ligeramente
para que el cielo le golpease el ojo
y fijamos un trozo de espejo en su jaula
para que viese directamente la nube.
Inmóvil permanecía con alas palpitantes.
Así cantaba.
[Nattlig äng, 1949]
En la antología "Poesía nórdica"
No hay comentarios:
Publicar un comentario