26.1.15

Solveig von Schoultz. Corazón

Le dábamos centeno, no mucho,
lo suficiente para que no se cansase,
le dábamos agua, un dedal,
para que tuviese que recordar el manantial,
abríamos la puerta ligeramente 
para que el cielo le golpease el ojo
y fijamos un trozo de espejo en su jaula
para que viese directamente la nube.
Inmóvil permanecía con alas palpitantes.

Así cantaba.

[Nattlig äng, 1949]




En la antología "Poesía nórdica"

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