23.2.15

Esther Tusquets. Y se pregunta Eva...

Y se pregunta Eva si en efecto no sabría vivir de otra manera, y concluye que ella no busca nada ni provoca nada, que no ha creído nunca demasiado en su papel de mujer fuerte (papel que otros inventaron para ella y en el que la encerraron como en una coraza, como en una mortaja), sólo que en algún día de hace ya mucho tiempo la situaron ahí, en mitad del puente levadizo, en lo alto de las almenas, y hay a su alrededor mil cosas que hacer -que no hace nadie-, mil problemas que resolver -que no resuelve nadie-, mil personas de las que ocuparse - y de las que no se quiere ocupar nadie-, mil palabras por decir -y no se anima a decirlas nadie (...)- y entonces Eva asume resignada, eficaz, algo que acaso nunca quiso asumir, pero que parece le ha sido asignado de modo inevitable desde siempre.


De "Varada tras el último naufragio"

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