5.3.15

Ingeborg Bachmann. El cojo


Y entonces la centralita telefónica en la que trabajo de la mañana a la noche, levantando el auricular y pasando la comunicación a los aparatos conectados a ella, se convierte en una tumba de la que no puedo encontrar la salida... y las hojas de salario que van acumulándose en mi cartera son como certificados de defunción que se extienden a mi nombre, mes a mes, sin que se me pregunte si, a fin de cuentas, tengo aire suficiente para alimentar un suspiro, una esperanza de salir al sol de la calle, de mezclarme con la gente, con su risa y su llanto.


De "El cojo"
uno de los cuentos de "Ansía y otros cuentos"

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