7.10.15

Marilynne Robinson. En casa

-En casa para quedarte, Glory! Sí! -dijo su padre, y a ella se le cayó el alma a los pies. Él intentó acompañar sus palabras con un brillo de alegría en la mirada, pero tenía los ojos húmedos de conmiseración-. Para quedarte una temporada, esta vez! -rectificó y le cogió la bolsa, cambiando antes el bastón a su mano más débil. Dios bendito, pensó ella. Dios bendito que estás en los cielos. Últimamente así empezaban y terminaban todas sus plegarias, que eran en realidad exclamaciones de asombro. Cómo podía estar tan frágil su padre? Y cómo podía mostrar una obstinación tan imprudente por cumplir con lo que entendía que era su deber de caballero, hasta el punto de dejar el bastón colgado del pasamanos de la escalera para subirle la bolsa a la habitación? Dios bendito. Pero así lo hizo, y luego se quedó junto a la puerta, recuperándose.


Principio de "En casa"

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