2.2.16

Adelaide Anne Procter. Tres noches en la casa

Noche primera

Una calle tenebrosa,
lóbrega, larga y estrecha:
sólo el ruido de la lluvia,
de los pasos en la acera,
de la chimenea en brasas,
y la oscuridad creciente
cuentan la penosa fuga
del largo día que muere.

Mira Bertha el fuego murrio,
oye el caer de la lluvia,
lánguido, contra cristales
que el anochecer enturbia;
tiene frío el corazón
como frío es el invierno,
porque la luz de su vida
se tornó temprano en duelo.

Su voz, que fue poderosa
para ahuyentar los peligros,
su empeño vivo y leal,
su ánimo firme y tranquilo
no pueden con los pesares,
no pueden con el dolor;
se desdibuja el sendero
por el que en vano sufrió.

Deber, Bien y Verdad dieron
prueba a los suyos de amparo,
mas desplegando las alas
allí sola la dejaron. 
Ahora Bertha mira atrás,
a otro tiempo que recuerda;
pide que vuelvan los tres
y de nuevo la protejan.


(...)

De "Tres noches en la casa"
uno de los capítulos de "Una casa en alquiler"

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