12.7.16

Grace Paley. Dos oídos, tres golpes de suerte


Yo era una mujer que escribía en los primeros momentos en los que pequeñas gotas de resentimiento e ira -angustiado resentimiento y justa ira- se iban acumulando lenta, secretamente, para formar la segunda ola del movimiento feminista. Yo no tenía conciencia de la utilidad de mi presencia, de mi minúscula gota, en aquella acumulación. Otras mujeres, como Ruth Herschberger, que escribió en 1948 La costilla de Adán, o Tillie Olsen, que escribió sus cuentos en los años cuarenta y cincuenta, estaban mas concienciadas que yo, y sufrieron más. Esa gran ola rompería con toda su fuerza media generación más tarde, y dejaría a los hombres balbuceantes y angustiados, pero también un poco mejores tras el impresionante remojón.
Todas las mujeres que escribían en aquellos años han tenido que nadar en esa ola feminista. No importa lo que pensaran del movimiento, o que nadaran a contracorriente. El ímpetu del agua, su fragor, su salinidad, las han mantenido a flote.




De "Dos oídos, tres golpes de suerte"
En "Cuentos completos"

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