9.10.16

Anne Michaels. Profundidad de campo

         "La cámara nos libera del peso de la memoria...

          registra para olvidar"
          John Berger

Ya nos hemos contado una y otra vez la historia de nuestras vidas
cuando por fin llegamos a Buffalo.
Sale un sol difuso y prehistórico
sobre las cataratas.

Una mañana blanca,
el sol salpica de pintura el parabrisas.
Conduces, fumas, llevas gafas de sol.

Rochester, Capital de la Fotografía de América.
Apagando un puro en la tapa de la cajita de un rollo,
el agente de seguridad  de Kodak nos indica el camino.
El museo es una mansión en gran angular.
Desde el césped de la entrada miras las ventanas del segundo piso,
transformas mentalmente cuartos de baño en cuartos oscuros.

Un millar de fotos después,
agotados de adivinar el movimiento
invisible de la mente que eligió el encuadre de cada foto,
echamos la siesta en el parking de un instituto
mientras el sol se reclina como los árboles
sobre el capó caldeado del coche.

Volvemos a casa. La luna tan grande y cercana
quemando el parabrisas dibujándole un bigote.
Te hago cosquillas en el cuello para mantenerte despierto.
No recuerdo nada de nuestras vidas anteriores a esta mañana.

Salimos de la ciudad de noche y regresamos de noche.
Compramos frutos secos y flotamos tranquilamente por el vecindario,
árboles frondosos que se lavan en la exuberante oscuridad
o a la última luz de las farolas.
Es verano y el aire de la noche se carga de nuestros olores,
aguijoneado por la fragancia verde de los jardines.

El calor no se irá del pavimento
hasta que sea casi de día.

Te amé todo el día.
Tomamos la vieja y familiar Autopista del Encuentro,
comenzamos el largo viaje del uno al otro
como a nuestra ciudad con todas sus luces encendidas.




De "El peso de las naranjas"
   

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