8.5.17

Margaret Atwood. La aritmética había entrado en acción...

La aritmética había entrado en acción, con sus muchas patas, sus numerosas espinas y cabezas, sus despiadados ojos hechos de ceros. El mensaje era que dos y dos sumaban cuatro, pero y si no tenías con qué sumar dos y dos? Pues que entonces no había modo de conseguir que los números rojos del inventario se volvieran negros. Eso me preocupaba terriblemente, como si fuese culpa mía. Cuando cerraba los ojos por la noche, los números se me aparecían en la página, dispuestos sobre mi mesa rectangular de roble de la fábrica de botones.


De "El asesino ciego"

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