4.7.17

Sylvia Townsend Warner. Justo a la medianoche

La última persona que la vio fue la señora Barker, la asistenta. Entró en la cocina a las once menos diez (la señora Ridpath era siempre puntual, podías poner el reloj por ella), puso la hervidora eléctrica, sacó la cafetera, la leche, el azúcar, las dos tazas y los dos platillos color rosa, las cucharillas, el bote de café. Sacó el bizcocho de pasas del molde, cortó dos buenas rebanadas, las puso en las bandejitas rosa que pegaban con las tazas, aunque no eran del mismo juego. El agua hirvió, el café estaba listo. A la hora en punto, las dos mujeres se sentaron a tomar su refrigerio. Todo fue como siempre. 



Principio de "Justo a la medianoche"
uno de los relatos de la antología "Viajes indiscretos"
     

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