Señora Almucs, si permitís
os querría de verdad rogar
que, a pesar de la ira y del resentimiento,
tengáis piedad
hacia el que suspira y llora
y muere languideciendo y se compadece
y pide humildemente perdón:
y os juro en su nombre,
si queréis olvidarlo todo,
que se guardará mejor de haceros mal.
Y la señora Almucs, que le deseaba lo mejor a Gigo de Tornem, estaba muy disgustada porque él no pedía perdón por su desmán; y respondió a la señora Iseo con lo que dice esta estrofa:
Señora Iseo, si yo supiera
que se arrepiente del grave engaño
que ha perpetrado contra mí,
sería justo que le perdonase;
pero a mí no me compete,
dado que él no se enmienda de su error
ni se arrepiente de su traición,
que yo le tenga compasión.
Mas si vos consiguierais que se arrepintiera,
fácilmente podríais hacerme cambiar de opinión.
En "Las trovadoras. Poetisas del amor cortés"
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