Rose lo miro y él pensó: "Es la única en el mundo que puede verme...". Tenía los ojos verdes, del color de las algas, y, en sus profundidades, Hubert encontró la luz que lo definiría y lo envolvería en su constancia. Pensó: "Ella es mi verdadero yo", y quiso contarle todas sus penas.
De "Libre elección"
incluido en "Las fuentes del afecto.
Cuentos dublineses"
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