2.4.18

Mary Beard. Prefacio de "Mujeres y Poder"

En el mundo occidental, las mujeres tienen mucho de qué alegrarse, no lo olvidemos. Mi madre nació antes de que las mujeres pudieran votar en elecciones parlamentarias en Gran Bretaña, pero vivió para ver a una mujer en el cargo de primera ministra. Independientemente de lo que pudiera opinar sobre Margaret Thatcher, estaba encantada de que una mujer hubiese llegado al número 10 de Downing Street y orgullosa de haber contribuido personalmente a algunos de aquellos cambios revolucionarios del siglo XX. A diferencia de las generaciones anteriores a la suya, ella pudo tener una carrera, un matrimonio y una hija (porque el embarazo de su madre supuso necesariamente el fin de su trabajo como maestra). Fue una eficiente directora de una gran escuela de primaria en West Midlands, y no me cabe duda de que para las generaciones de chicos y chicas que pasaron por sus manos, ella fue la personificación del poder.
Aun así, mi madre sabía que no era todo tan secillo, que la verdadera igualdad entre hombres y mujeres era cosa del futuro, y que había tantos motivos para la indignación como para la celebración. Siempre lamentó no haber podido ir a la universidad, y se alegró sinceramente de que yo sí fuera. A menudo se sentía frustrada porque sus opiniones y su voz no se tomaban lo suficientemente en serio, y pese a que se habría sentido desconcertada ante la metáfora "techo de cristal", era muy consciente de que cuanto más ascendía en la jerarquía de su carrera, menos rostros femeninos veía.
Mientras preparaba las dos conferencias que componen este libro, pronunciadas en 2014 y 2017, por cortesía de London Review of Books, pensaba constantemente en mi madre porque trataba de imaginar cómo le explicaría a ella -y también a mí misma y a los millones de mujeres que todavía sufren las mismas frustraciones- cuán profundamente intrincados están en la cultura occidental los mecanismos que silencian a las mujeres, que se niegan a tomarlas en serio y que las aíslan (a veces literalmente, como veremos) de los centros de poder. Este es uno de los muchos aspectos en que el mundo de los griegos y de los romanos puede contribuir a arrojar luz sobre nosotros mismos: en lo relativo a silenciar a las mujeres, la cultura occidental lleva miles de años de práctica.


Prefacio de "Mujeres y poder"
     

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