Sin embargo, yo no era vieja, y, sobre todo, no aparentaba mi verdadera edad. Pero una vida íntima ensombrecida, incierta, una soledad que no se parecía a la paz, me arrebataban la vivacidad, la amenidad del rostro. Nunca he llamado menos la atención de los hombres que durante esos años, de los que aquí disimulo la fecha.
De "La luna de lluvia"
En "Cuarto de hotel"
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