Milagrosas de vivas, milagrosas de muertas,
y por muertas y vivas eternamente abiertas,
alguna noche en duelo yo encuentro tus pupilas
bajo un trapo de sombra o una blonda de luna.
Bebo en ellas la calma como en una laguna,
por hondas, por calladas, por buenas, por tranquilas
un lecho o una tumba parece cada una.
Del poemario "Los calices vacíos"
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