en el sonoro silencio de los sueños ven;
con mejillas redondas y suaves, con los ojos
brillantes como el sol sobre el arroyo;
vuelve entre lágrimas,
oh, memoria, esperanza, amor de los años pasados.
Oh, que sueño tan dulce en demasía, demasiado agridulce,
cuyo despertar hubiera debido ser en el paraiso
donde almas rebosantes de amor residen y se encuentran;
y donde ojos ansiosos y sedientos
miran la lenta puerta
que se abre y deja entrar para no salir jamás.
Acude, pues, a mí en sueños y pueda yo vivir
de nuevo ésta mi vida, aun helada en la muerte;
regresa hasta mí en sueños, para que pueda dar
pulso por pulso y aliento por aliento;
habla bajito, inclínate hacia mí,
como hace tanto tiempo, amor, cúan largo tiempo.
De "Florilegio"
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