6.10.11

Itziar Ziga. Sobre Anna Ajmátova

   "La gran Anna Ajmátova nunca dejó de plasmar su momento, aunque fuera en los soportes más precarios. Se desmarcó de su linaje masculino y de la tradición rusa adoptando el apellido de su abuela. Aunque se casó tres veces, jamás firmaría con el nombre de ninguno de sus maridos. Asolada por la revolución bolchevique y por las guerras, llegó a quemar todos sus cuadernos para no comprometer a sus allegados. Aún así, tras leer sus poemas en la intimidad a un intelectual británico en 1945, su hijo volvió a ser encarcelado durante diez años.
   Ella, que había sido la gran renovadora de las letras rusas, aguardó interminables colas en la puerta de la prisión junto al resto de las mujeres. De ahí nació Requiem. Dicen que pocos pueblos son tan amantes de la poesía como el ruso, por eso fueron prohibidos los versos de Ajmátova. Me fasciné por esta superviviente hace años y entonces leí el relato de uno de los momentos no vividos que más me han estremecido nunca.
   Como en tantos otros regímenes de asedio, Anna Ajmátova se ve privada de la publicación de sus poemas. Entonces, adapta sus creaciones a la transmisión oral: escribe, memoriza, quema y recita a sus íntimos. Así da comienzo la secreta cadena de difusión. Porque la gente enferma de desesperanza, necesita versos. Poco antes de su muerte, la proscrita Ajmátova pudo por fin recitar en público, dicen que ante miles de personas. Con las primeras palabras, supo que el muro de aislamiento erigido durante décadas era tan sólo humo. La multitud coreó con ella sus poemas, los habían aprendido de boca a oreja en la clandestinidad de la noche."

Fragmento de "Un zulo propio"

No hay comentarios: