¡Quien oye el eco de tu voz sonora!
¡Quien el halago de tu risa adora
Y el blando aroma de tu aliento aspira!
Ventura tanta -que envidioso admira
El querubín que en el empíreo mora-
El alma turba, al corazón devora,
Y el torpe acento, al expresarla, espira.
Ante mis ojos desaparece el mundo,
Y por mis venas circula ligero
El fuego siento del amor profundo.
Trémula, en vano resistirte quiero...
De ardiente llanto mi mejilla inundo,
¡Deliro, gozo, te bendigo y muero!
De la Antología de Poetisas españolas
Tomo I: hasta 1900
de la editorial Torremozas
Selección de Luzmaría Jiménez Faro
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