Cautelosamente, con pasos herméticos, bajó al subte-
rráneo.
Allí plegó sus velos de bailarina india, allí hundió su
cabeza en los brazos, largamente extendida en las lo-
sas su perfumada cabellera y soño.
Las estrellas lloran porque no pueden bajar a la cue-
va, las estrellas creen que su reina sufre e inquietas se
guiñan el ojo.
De "Anuarí"
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