"Luego (Clarissa lo había sentido precisamente aquella mañana), estaba el terror; la abrumadora incapacidad de vivir hasta el fin esta vida puesta por los padres en nuestras manos, de andarla con serenidad; en las profundidades del corazón había un miedo terrible. Incluso ahora, muy a menudo, si Richard no hubiera estado allí, leyendo el Times, de manera que ella podía recogerse sobre sí misma, como un pájaro, y revivir poco a poco, lanzando rugiente a lo alto aquel inconmensurable deleite, frotando palo con palo, una cosa con otra, Clarissa hubiera muerto sin remedio. Ella había escapado. Pero aquel joven se había matado."
Fragmento de "La señora Dalloway"
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