16.10.12

Maeve Brennan. Una chica puede malograr su suerte

   A la luz del sol, con aquella falda azul marino, sus esbeltas caderas parecían imperiosas y desconocidas, y ella era suya, y si a Hubert le hubieran dicho en aquel momento que Helena de Troya había vuelto a la tierra y se llamaba Rose, lo habría creído.
  
De "Una chica puede malograr su suerte"
incluido en "Las fuentes del afecto.
Cuentos dublineses"
  

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