nos sintamos felices. El Otoño, al acaso,
va poniendo en las hojas, que son como de raso,
el bronce de su larga pincelada temprana.
Tan alto el Sol parece que no tuviera ocaso.
Corazón: no caviles; con alegría sana
sigue el compás del ritmo que agiliza mi paso,
sé hoy dentro del pecho sonido de campana,
hay en el mar, a veces, cristalinos sosiegos
y pausas vacilantes, cuya calma separa
la ola que ha pasado de la que va a romper.
Tal es nuestra insegura placidez. Seamos ciegos
Corazón, y gocemos de esta paz honda y clara:
ya volverá, mañana, la tristeza de ayer.
De la antología "Volver"
No hay comentarios:
Publicar un comentario