11.3.23

Ana María Navales. V

A Clara Janes

Los ojos, asomo de nube y pasmo,
tembloroso abanico, espejos dóciles,
se abren al rubor de la mañana.
Oráculos de nieve fugitiva, sombra
de arcángeles, fingen su gris más oscuro.
Devuelve la luz el arroyo sin nombre
que serpentea la alambrada del pecho.
Detrás de la tristeza y del paisaje
se incorpora la lumbre de abril.
La mano alza una niebla
de amor y una risa pálida se dibuja
en la alfombra donde duerme la memoria.
 
De "Los labios de la luna"

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